Si se trata de desmaquillarnos, nos encanta el agua micelar. ¿Cómo puede un agua ser tan eficaz? Gracias a las micelas. Te lo explicamos. Se trata de unos tensioactivos de doble cara, en pocas palabras. Por un lado, atraen los elementos grasos (como el sebo y maquillaje) y, por otro, las impurezas hidrófilas (como el sudor). El resultado: no se les resiste nada. No es necesario frotar el algodón por la piel: las micelas actúan como imanes. La piel luce perfecta.